Primer amanecer 2021 y algunas reflexiones para mis amig@s, porque en tiempos de COVID ha sido muy poco el contacto que he tenido con much@s.
Todos hablan de un año difícil, y lo ha sido, no hay discusión, pero al margen del 2020 como un año raro y de reestricciones, ha venido a empeorar los problemas que muchos ya venían arrastrando… A mí en lo personal, me preocupa la estadística de desempleo porque la vivo en carne propia y por eso quiero contar un poco de mi historia. Yo en realidad en cuanto a lo laboral y profesional he sumado ya varios años difíciles que llegaron a mover los cimientos de mi autoestima.
Quienes me conocen saben del pasado de las revistas, todo lo que se construyó… ¡gran pasado!… pero ya pasó… y entonces, ¿ahora qué? Y ya a este punto, ¿varios de ustedes pensarán, y porqué Carla cuenta esto? Porque no es normal desnudar nuestra vulnerabilidad, porque es tomado como un signo de debilidad… pero no…. esta reflexión va hacia compartirles algo porque me ha hecho más fuerte y lo comparto no buscando un “pobrecita”, ni buscando otra cosa más que apoyar a quienes desde la soledad de su hogar observan las redes sociales llenas de sonrisas y en su corazón sienten un vacío enorme ante sus angustias o problemas. Y ante esta realidad, leer la vulnerabilidad de alguien más, acompaña y edifica y lo más importante, prepara el terreno para un mejor mensaje o reflexión. El aprendizaje, ante las situaciones difíciles que se prolongan, es al final la recompensa más grande, es resiliencia pura, no porque sea un término de moda, sino porque así se vive, sacando lo edificante de las malas experiencias. Sacando el músculo de las cuestas empinadas.
Lo comparto también porque tengo alma de comunicadora y porque desde hace años le estoy dando forma a una marca personal como emprendedora de vida, esa capacidad de levantarse una y otra vez, de reconstruirse y no puedo hablar de este tema si no lo aplico conmigo misma. Créanme, para mi es un logro liberarme del ego para compartir este tipo de mensajes, creo que son pocos quienes lo hacen. Estoy consciente de que muchos igual lo criticarán, pero no es que no me importe, es que mi propósito es más grande y por eso lo vale.
Para mí el COVID no vino a cambiar mucho mi realidad, aplicando a decenas de trabajos diariamente por todas las apps disponibles, mientras también enviaba propuestas a empresas sobre mis servicios en consultoría. Es un año difícil, escuchaba desde el 2019 y entonces ni les cuento lo que el 2020 representó: “Conversemos más adelante”, “llamame más tarde”, “no hay presupuesto”, “cuando todo esto pase…” Nunca en mi vida había sido rechazada tantas veces y de tantas formas… Nunca en mi vida me sentí tan insistente y me decepcioné ante reuniones que no se cumplían o mensajes ignorados. Y no es fácil ser rechazado. Y no es fácil en la práctica el término de caerse siete veces y levantarse ocho… antes del “levantarse” está el período de depresión, de tristeza de todo lo bajo que podemos caer por dudar de nuestro propio valor.
Viví todas las etapas del duelo: Negué la realidad de no conseguir trabajo nunca más; me enojé con todo y con todos… conmigo misma ni les cuento, porque lo di todo para sacar una maestría hace 5 años y prepararme académicamente como nunca… lloré de frustración muchas noches, dudé de que después de los 40 pudiera colocarme, dudé una y otra vez…Me tragué el orgullo y pedí ayuda a todos los contactos y amig@s que pude para trabajar en lo que fuera… Pero al final llegué a la conclusión de que la verdadera empatía la tienen quienes han estado en el suelo, y a todos nos toca el momento, o nos tocará…
Y entonces viene el mensaje, que es positivo, es esta luz que destella al amanecer en lo alto del sendero, como en esta foto. Es cierto que para ver el cielo hay que estar en el suelo… es que a veces solo así entendemos y volvemos a ver a Dios, porque de verdad, en muchas ocasiones no es nuestra prioridad. Nos ganan las cosas del mundo y ahora todo lo que vemos en redes sociales…Mi resiliencia ha sido aceptar de verdad que lo que no ha llegado es porque no es para mí. Ha sido obtener serenidad, tranquilidad y tolerancia ante la incertidumbre. Ha sido enfocarme en lo que sí está en mi control, como este tipo de mensajes y los que quiero seguir dando a través de emprendedoresdevida.com y otras plataformas de comunicación. En ser feliz con lo que tengo que es mucho, partiendo de la vida, salud, mi familia, el amor en abundancia y muchas capacidades físicas y mentales.
Es un gran logro decirlo, porque es auténtico y porque a diferencia de las conferencias o los posteos de quienes han “fracasado”, no cuento el cuento porque ahora tenga el super puesto de trabajo, no… no me animo a compartir mi vulnerabilidad porque ahora ya soy “exitosa”, o porque ahora soy “millonaria”… no… todavía no tengo trabajo, de momento no aparecen los clientes y no tengo certeza de cuándo será… pero mi resiliencia es que estoy más tranquila y esto solo puede venir de Dios. Así que, como en la foto, mi primer amanecer del 2021 fue así de maravilloso. En medio de la penumbra, ramas y hojas secas, se filtró esta luz angelical para recordarme que esa es la esperanza. No nos pueden faltar: la FE, ESPERANZA y AMOR. Son las bases.
Y con esto dicho, de corazón quiero desearles un mejor año 2021, pero que sea “mejor”, porque ustedes estén y se sientan mejor… porque de verdad, es una decisión, no depende de que cambien nuestras circunstancias, cambiamos nosotros primero y es en este preciso instante en que vemos la prosperidad a nuestro alrededor, la plenitud en la gratitud.
Si leíste hasta el final, si FB lo permitió con su algoritmo perverso que cada vez lo manipula a su antojo…¡gracias! Un abrazo sincero y los mejores deseos, realmente quiero hacer crecer la marca emprendedores de vida, como lifecoach que soy, porque hay muchos temas por desarrollar, mucho para conversar sobre cómo aplicar esta resiliencia desde un sentido auténtico, real, verdadero, en medio de tanto ruido.
Ahora sí… ¡Feliz año! Que logren encontrar esta luz en su interior, el sendero puede ser empinado, pero los paisajes son hermosos y solo por eso permitámonos sonreír.