Un recorrido de 535 kms
Por Juan José Madriz Alfaro (Extracto de sus crónicas)
II. INTRODUCCIÓN
“Viajar sin rumbo, pero viajar. Viajar por el placer de viajar. Lo importante es partir.”
Robert Louis Stevenson
El “senderismo” es una actividad deportiva, no competitiva, que motiva el recorrido de senderos, caminos rurales y rutas naturales, sin exigir un esfuerzo desmedido. El “senderismo”, desde una perspectiva de recreación, intenta poner al caminante en contacto con la naturaleza, con las comunidades y con aspectos culturales de las regiones visitadas. Al final, el ¨senderismo”, buscar una fusión entre deporte, cultura y medio ambiente.
Hay que distinguir el senderismo del “montañismo”, una disciplina deportiva recreativa, que busca el desafío de conquistar montañas y parajes donde no necesariamente existe un camino o sendero. Éste, exige de herramientas y conocimientos específicos para hacerse paso a través de la vegetación, en un entorno desafiante. Demanda de conocimientos de sobrevivencia en la selva, de instrumentos de orientación y de interpretación de mapas cartográficos. El montañista tiene que abrirse camino a través la espesura.
Y finalmente, podemos considerar el “alpinismo”, en los Alpes, o el “andinismo” en los Andes, donde el escalador tiene que ser un profesional de alto rendimiento, para una apasionante actividad que exige el uso de equipo especializado y demandas físicas y de experiencia, como ninguna otra actividad de marcha.
La idea de caminar 500 kilómetros en el país exigía de cierta planificación particular y rigurosa. Me enfrenté al lógico rechazo familiar a la idea, considerando, con algún nivel de lógica, que había riesgos involucrados: la posibilidad de un atropello en carreteras de alto tránsito, asaltos en el camino, enfermedad o lesiones, y otros imprevistos. A fines del año 2021, no logré encontrar otro “aventurero loco” que quiera acompañarme. El entrenamiento físico fue demandante y lo describo en la sección correspondiente. El recorrido previo de la ruta, en auto, fue fundamental para conocer las condiciones de la carretera, la presencia de albergues potenciales y los riesgos mayores a los que me podrían enfrentar. Al final, equipo, logística, preparación y el “banderazo de salida”, quedaron listos para empezar 48 horas después de las elecciones presidenciales del 2022. La emoción y el entusiasmo eran desbordantes a esas alturas.
III. EL CAMINO DE SANTIAGO EN ESPAÑA
“¡Ultreia! ¡Et Suseia! ¡Buen Camino!”
Saludos jacobinos de los peregrinos Santiago de Zebedeo, conocido también como Santiago el Mayor, fue uno de los 12 apóstoles de Jesús, considerado dentro del “círculo de los dilectos” del Maestro. Santiago estuvo presente en muchas de las situaciones especiales de la vida de Jesús, como la Transfiguración, la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní, durante la pesca milagrosa en el mar de Tiberíades y en Pentecostés.
Murió en el martirio por decapitación, bajo orden Herodes Agripa I de Judea, aproximadamente en el año 44. Fue el primer apóstol en convertirse en mártir. Santiago es el Patrón de España, y el 25 de julio se celebra la fiesta litúrgica de Santiago.
El descubrimiento en el año 813 de un cuerpo decapitado, en una tumba de posible origen romano en el monte sagrado de Libredón, hizo que el Rey de Asturias, Alfonso II el Casto, ordenara construir una iglesia sobre el sitio, lo que sería el origen del actual templo de Santiago de Compostela. Más adelante, en el siglo XIX, se hicieron investigaciones arqueológicas que dieron con una inscripción en griego que rezaba: Athanasios martyr. Se sabía que Atanasio y Teodoro habían sido discípulos de Santiago en su etapa de evangelización de Hispania en la península ibérica (hoy España y Portugal). Adicionalmente, en la búsqueda por verificar si, efectivamente, aquel cuerpo era de Santiago, se investigó una reliquia venerada en Pistoia, Italia, que consistía en un pedazo de hueso craneano – la apófisis mastoidea derecha de un oído medio humano – y al revisar el cuerpo de Galicia, se corroboró que dicha cabeza carecía de la “apófisis mastoidea derecha”. Esto fue suficiente para confirmar que era altamente posible que dicho cuerpo fuera, en efecto, el de Santiago el Mayor.
Desde fines del primer milenio se extendió el culto a Santiago y la peregrinación a Compostela se convirtió en la tercera más importante peregrinación medieval,después de Roma y Jerusalén. Esta peregrinación jacobea empezó a recibir apoyo de autoridades civiles y eclesiástica, para asegurar asistencia y alojamientos a los caminantes.
La ruta se vio amenazada en varios momentos; primero por la aparición del protestantismo y después por la secularización que trajo la Revolución Francesa. Durante la primera mitad del siglo XX, con dos guerras mundiales y una guerra civil en España, se desestimuló la peregrinación, y no fue hasta la segunda mitad del siglo, que la actividad volvió a tomar fuerza, para convertirse en una práctica intensa, tanto para nacionales – españoles – como para extranjeros.
Existen varias rutas para esta peregrinación, siendo el “Camino Francés” (770kilómetros) la más conocida y popular, iniciando en San Jean Pied Du Port, en Francia. Pero también está el “Camino Portugués”, que puede hacerse desde Lisboa, aunque suele iniciarse en Oporto. Luego, tenemos el “Camino del Norte”, quizás la ruta más bella, pero también la más ruda. El “Camino Primitivo” recorre solo 261 kilómetros, pero a pesar de ser una ruta muy tranquila, está muy llena de colinas, que exigen de un esfuerzo mayor. Y se suman otras rutas, como la Ruta de Finisterre y la Vía Inglesa, ofreciendo un abanico de opciones y posibilidades.
En septiembre del 2019, tuve la oportunidad y el privilegio de visitar Galicia y Santiago de Compostela. Además de maravillarme con esa impresionante y monumental catedral, pude ser testigo del arribo de centenares de peregrinos a la célebre Plaza del Obradoiro. Esa mañana sería testigo del corolario de aquella empresa realmente estoica. Fue tan emocionante ver escenas singulares en aquel sitio. Había peregrinos de todas las edades, gente joven que completaba su recorrido en bicicleta, parejas que se despedían en un abrazo y un beso eterno, tal vez para no volver a verse; otros caminantes se encontraban tendidos en el suelo de la plaza, agotados pero exultantes. Fue un gran momento, y aunque tuve ideas encontradas sobre si debiese intentar o no dicha aventura, en el inconsciente se instaló el gusanillo de curiosidad, y sin darme cuenta, empecé a cavilar sobre el proyecto. Mi gran amigo argentino, Eduardo Blanchet, siempre habló de realizar aquel recorrido, pero en bicicleta. Podría haber intentado convencerlo de que lo hiciéramos a pie, aunque la pandemia, como ya lo mencioné, se interpuso ante cualquier plan de acción.
Mi crónica de la visita a Santiago de Compostela en la obra “Juan de los Caminos” describe los siguiente: “Santiago de Compostela es la capital de la Comunidad Autónoma de Galicia. Designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La ciudad tiene apenas unos 200.000 habitantes y aloja a una de las diez mejores universidades de España. Destaca por ser uno de los tres más importantes centros de peregrinación del mundo, después de Jerusalén y Roma. Pero, de cualquier manera, el eje fundamental de aquella población era su monumental Catedral barroca, que ya asomaba sus torres, por encima de los tejados aledaños. Subimos por una larga escalinata hasta tener una visión panorámica de la Plaza del Obradoiro, que tomó su nombre de los talleres de canteros que la ocupaban durante su construcción en el siglo XVIII. Y ahí estábamos, finalmente, en una gigantesca explanada donde centenares de peregrinos celebraban su conquista, y mostraban toda suerte de estampas: algunos acostados en el piso, exhaustos; otros sentados con la mirada posada sobre la fachada del templo; unos celebrando en grupo el final de la aventura; otros organizando sus mochilas, o haciendo alguna reparación en sus bicicletas; y no podía faltar alguna pareja, unida en un abrazo interminable, que decía mucho de lo que fue, y que posiblemente ya no podía ser más… El adiós desgarrador, el final de una ilusión, de un espejismo. Era un espectáculo que transmitía toda la emoción de sus protagonistas y del mérito de la aventura que terminaba. Me sentí conmovido, pude percibir su cansancio y su satisfacción, y creció en mí el respeto por la constancia, por la disciplina y la entereza, y en muchos casos, por la fe de aquellos caminantes. Me percaté que había gente de todas las edades y que la coronación de aquel esfuerzo los hacía miembros de una cofradía de valientes, que habían logrado su propósito, como un ejemplo de convicción y superación. También había locales y turistas, como nosotros, que disfrutábamos de la gran energía del lugar. Era una gran vivencia y lo apreciamos con respeto y emoción.
Deambulamos por la Plaza, viviendo el lugar y el momento a nuestro alrededor. El templose apreciaba gigantesco y de gran belleza. Su fachada de frente a la plaza era de estilo barroco, con una escalinata de dos brazos que creaba un rombo para acceder al atrio. Dos torres albergaban 13 campanas y eran centinelas de la estatua de Santiago al centro.
Esta fachada frontal se creó para proteger la antigua fachada románica – el Pórtico de la Gloria – de las inclemencias del tiempo. En el costado derecho se podían observar los muros del claustro y en la parte de atrás, destacaba una tercera torre, a un costado del claustro y atrás del ábside, llamada la Torre del Reloj o Torre de la Berenguela. Aquel era el nombre de la inmensa campaña que daba las horas en la catedral. Puesto que la entrada principal no estaba habilitada al público, debimos buscar una puerta lateral al sur, e ingresar por la fachada románica de Las Platerías. Diametralmente opuesto al templo, estaba el Palacio de Rajoy, donde reside el Ayuntamiento de la ciudad, pero que fue antiguamente la residencia de los niños de Coro de la Iglesia. Luego fue casa consistorial y hasta cárcel. A un costado, el tercer edificio llamativo de la gran plaza era el Hostal de los Reyes Católicos, originalmente un hospital para los peregrinos que fue convertido en hospedería por orden de Sus Majestades. Estructura simple en general, su estilo era renacentista plateresco y destacaba únicamente su pórtico de ingreso que estaba lleno de figuras religiosas, apóstoles, santos, y ángeles. Queríamos asomarnos a su interior, pues, al revisar precios de habitación en Santiago de Compostela, aquel “parador” resultaba uno de los alojamientos más caros de la ciudad, donde obviamente su ubicación contaba importantemente. El vestíbulo estaba lleno de gente, pero pronto advertimos que con la excepción del restaurante, era imposible visitar ningún otro rincón del sitio. Caminamos entonces para ingresar al templo.”
IV. EL CAMINO DE SANTIAGO EN COSTA RICA
Nosotros los costarricenses, deberíamos saber que Santiago es el patrono de la ciudad de Cartago. Esto no es necesariamente cierto. Las famosas “ruinas de Cartago”, en medio de todas sus leyendas y tragedias, son el testimonio remanente del templo inacabado de Santiago, que fue destruido por el terremoto de Santa Mónica, el 4 de mayo de 1910. Se ha dicho que en Costa Rica hay 3 iglesias dedicadas a Santiago, donde las ya mencionadas “ruinas” de Cartago son la más afamada de todas. Luego existe la iglesia construida para devoción al apóstol Santiago en la ciudad de Santiago de Puriscal, y, finalmente, el templo de Río Segundo de Alajuela. Curiosamente, estas primeras tres iglesias fueron dañadas o destruidas por terremotos. Cartago en 1910; Puriscal, por el enjambre sísmico de 1990; y Río Segundo de Alajuela, en un importante sismo en la década de los sesenta. Sin embargo, fue posible documentar, posteriormente, que la iglesia de Sarchí también está dedicada a Santiago Apóstol. Cuando consideré sustituir el “Camino” español, por un Camino “costarricense”, decidí que el proyecto debía terminar en un “Santiago”. Por eso escogimos a Santiago de Puriscal.
En este caso, observando el mapa, fui montando un recorrido que me permitiera caminar distancias entre 20 y 30 kilómetros por día, buscando más bien el norte que el sur del país. El Cerro de la Muerte y la Carretera Panamericana Sur constituían un recorrido demasiado peligroso y agreste, y fue descartado. Preferí el norte y la costanera hacia el Pacífico Central, consciente del calor y la humedad que me esperaría. Fue necesario establecer etapas de una distancia razonable, que contaran con un lugar para alojarse. La localización de albergues y hoteles no siempre fue óptima, temiendo, en más de una oportunidad, que tendría que modificar la ruta. En alguna ocasión recogí más de 45 kilómetros entre Santa Marta de Puriscal y Guapinol de Puntarenas, sin encontrar la más remota posibilidad de alojamiento. Afortunadamente, por la ruta de Mastatal de Puriscal, apareció un sitio posible.
La búsqueda de albergues, de lugares donde comer “costo-eficientemente”, de dónde disponer de 2 días de reposo para recuperación, de la disponibilidad de terapeutas físicos que pudieran proporcionar un masaje “regenerativo” muscular, y otros elementos de planificación, consumieron un gran tiempo de atención.
Nuestro país no es un dechado de tesoros coloniales, históricos, o de cultura clásica. Fuimos y, seguimos siendo un pueblo sencillo, sin riquezas materiales, aunque sí un vergel de belleza natural. Era en el campo y no en las ciudades y pueblos, donde habría de aparecer, con mayor facilidad, el enriquecimiento de la mente y el espíritu. Con la excepción de las cabeceras de provincia, la mayor, parte de las poblaciones de este terruño se limitan a ofrecer un templo religioso un parque o alguna ocurrencia municipal que los distinga de otros pueblos. Sin embargo, su gente, sus tradiciones y su ofrenda folklórica, a menudo son suficientes para enamorarse de un lugar. Desde el inicio, investigué los templos y traté de hacer contacto con los párrocos, para procurar que ellos compartieran conmigo los tesoros de esas iglesias: retablos, cálices, patenas, imágenes, campanas, y otros artículos, a menudo resguardados del público, en general. El intento no fue muy fructífero.
La impresión que causó el “proyecto” fue interesante y favorable. Algunas personas se impresionaron con la originalidad del concepto, y les pareció una aventura estimulante. Algo sorprendidos de que lo fuera a intentar en solitario, tuve que explicar que no pude encontrar otro “quijote” que quisiera acompañarme durante todo el recorrido. Fue descartada la idea de buscar patrocinios, cuando mi hijo Mauricio, me explicó que los “patrocinios”, hoy día, dependen del “número de seguidores en redes sociales…” Los septuagenarios no tenemos “seguidores” en redes sociales, así que la empresa fue financiada en un 100% por la “Fundación Juan José Madriz Alfaro, Sin Fines de Lucro”, considerando que todo costaría sólo un porcentaje de lo que hubiera tenido que gastar en un viaje a España, para el verdadero “Camino de Santiago”.
Finalmente, Santiago de Puriscal fue el escenario donde había realizado mi servicio médico social en el año 1980, así que mi identificación con el pueblo y la comunidad engrandecía aún más la meta final de la aventura. No creo que esta idea sea “comercializable”, por los riesgos anticipables para un grupo caminando en carreteras de alta densidad de tránsito. Además, apelo al buen sentido común de quienes lean esto, invitándolos a que mediten muy bien el proyecto, antes de intentarlo. Para mi, ha sido un desafío emocionante, y su culminación me llena de orgullo y entusiasmo. Insisto en el concepto de que “no hay meta imposible”, solo existen metas “más o menos difíciles” de lograr.
V. LA PREPARACIÓN
Por mi formación como médico, no dudé en buscar un cardiólogo que evaluara mi condición cardiovascular. El Dr. Mauricio Obón fue el distinguido profesional que amablemente realizó esta evaluación, y me llenó de indicaciones pertinentes sobre la preparación para el proyecto. Igualmente, acudí a un ortopedista para revisar la condición de mis rodillas, que podía ser una causa de problema en la ruta. El Dr. Oldemar Chavarría, un buen amigo, se encargó de esta tarea, conscientes de que era un reto no fácil para un cuerpo de 70 años. La Dra. María Marta Ortiz, una querida compañera de mi generación de Medicina, aportó todo su conocimiento y experiencia en el campo de la nutrición, para aconsejarme sobre alimentación, dieta preparatoria, y el monitoreo de mis parámetros antropométricos, que me pusieran en condiciones óptimas para iniciar la aventura. La Dra. Gisela Herrera, especialista en Infectología, se constituyó en mi médico de cabecera, y manejo brillantemente las situaciones de sospecha o de infección real, que se presentaron poco antes del inicio del proyecto
Y vino la etapa de definir los específicos de la ruta, contactar los albergues y hoteles y establecer fechas, con intervalos para recuperación, donde permanecería 2 días en un sitio. Además, consideramos un eventual contacto con Ligia, mi esposa, para intercambio de ropa y otras necesidades relacionadas con la ruta. Se planificó que, en La Fortuna y en Puntarenas, me sometería a
“masajes regenerativos” para optimizar la masa muscular en las siguientes etapas.
La adquisición de calzado, ropa, ayudas ortopédicas y fisiátricas, dispositivos electrónicos, medicamentos, y otros elementos básicos, fue conformando una lista de esenciales.
El entrenamiento fue progresivo. Se condujeron rutinas de fortalecimiento de piernas, sin equipos de gimnasio, solo con ejercicios isotónicos. El protocolo de caminata fue de 5-7 kilómetros diarios, cinco días a la semana durante el mes de octubre del 2021. Luego, en noviembre, pasamos a 10 kilómetros con el mismo patrón. El diciembre se subió a 10-12 kilómetros y se realizó un “experimento” de ejecutar las primeras 3 etapas del recorrido original, con resultados tranquilizantes. Enero fue ya un mes de cargas más pesadas, intercalando caminatas de 20 kilómetros con otras de menor distancia.
No habiendo realizado previamente una caminata de 20 kilómetros, repetida diariamente por 3 a 5 días, tuve que intentarlo, al menos experimentalmente, para poder medir si mi cuerpo estaba en condiciones de soportarlo. En diciembre, emulé los trayectos de San José a Alajuela, de Alajuela a Tacares y de Tacares a Naranjo. Ligia me recogería en Naranjo para llevarme de regreso a nuestra casa en Tacares. El “experimento” brindó información positiva de que mi cuerpo toleraría una rutina así, de manera continua. Estaba muy contento. Ya para febrero, sentí que estaba listo, y con la emoción y la expectativa en aumento, se llegó el 8 del mes para iniciar el gran desafío.
No obstante, ocurrieron algunos eventos imprevistos que pusieron en peligro la empresa. A mediados de enero del 2022, una noche, súbitamente, experimenté un ataque de escalofríos, y supe de inmediato que estaba iniciando un episodio febril. A las cinco de la mañana salté de la cama y el termómetro demostró que tenía una febrícula de 37.7 grados. La primera sospecha fue que había adquirido el coronavirus, una noción que no dejó de inquietarme. Mi doctora me indicó que apenas aparecieran los primeros signos respiratorios, me hiciera la prueba de PCR para COVID. Los signos respiratorios nunca aparecieron, aunque sí una diarrea no muy severa. Recibí el tratamiento correspondiente, pero ocho días después, la situación no parecía haberse controlado plenamente. Entonces seme indicó una batería de pruebas por PCR para infección intestinal, y el estudioreveló la presencia de una bacteria (Campylobacter sp), y exigió una modificacióndel tratamiento antibiótico. El cuadro infeccioso se superó, pero surgió una nueva inquietud. Existía un pequeño porcentaje de pacientes que, habíapadecido de Campylobacter, podían, dos semanas después de la infección inicial, desarrollar una condición conocida como “Síndrome de Guillain Barré”. Éste eraun trastorno neurológico, donde el sistema inmunológico ataca los nervios motores y sensitivos de las extremidades, conduciendo a un inicial estado de debilidad muscular que podría evolucionar a la parálisis corporal total. La noticia causó un escalofrío, y obligó a meditar sobre la conducta a observar.
Curiosamente, hubo signos de incómodo presagio durante esos días. El 2 de febrero, desperté con un párpado inflamado, producto de un orzuelo en formación en mi ojo derecho. ¡No podía creerlo! Tuve que acudir por ayuda médico-oftalmológica y se resolvió a tiempo. Adicionalmente, el 6 de febrero serían las elecciones presidenciales del 2022, y justo para esas fechas, se presentó la necesidad de viajar a Guatemala para asistir a la boda de un sobrino muy querido, situación que me expondría nuevamente a una situación de alto riesgo para adquirir la COVID. No teniendo alternativa, programé un viaje
Ciudad de Guatemala que me sacaría de San José un viernes a las 2:30 pm, para asistir a la boda el sábado, y tomar el avión que despegaba a las 6:30 am del domingo, del Aeropuerto de La Aurora. Deseaba estar en Costa Rica a primera hora, a tiempo para poder ejercer mi sagrado derecho al voto. Las dos semanas posteriores al inicio de la infección intestinal se cumplían precisamente al día siguiente, lunes 7 de febrero, y la incertidumbre se hacía más y más grande. La
Dra. Herrera me advirtió que si durante el trayecto, empezaba a sentir un cansancio inusual, y una fuerte debilidad en las piernas, debía interrumpir de inmediato la caminata y buscar ayuda médica o un hospital. Podrán imaginarse el “fantasma” de acoso que aquella advertencia significaba. Entonces, tomé una decisión llena de sensatez. Las etapas del proyecto de San José a Alajuela, de Alajuela a Tacares y de Tacares a Naranjo, había sido cumplidas previamente, durante el mes de enero, con estricto apego al protocolo diseñado – con todo el equipo profesional adquirido, con una mochila que pesaba de 6-7 kilogramos y con las condiciones y la ruta que originalmente habían sido establecidas. Daría esas dos etapas por cumplidas, y la caminata iniciaría el viernes 11 de febrero, desde Naranjo. Ligia, mi esposa, me llevó en el auto a la iglesia de Naranjo y nos despedimos; entonces empezó mi etapa Naranjo-Zarcero. Nadie podría argumentar que hice trampa, pues las circunstancias exigían medidas de prudencia, y no estaba incumpliendo la ejecución real de todas las etapas del recorrido. La suerte estuvo echada y empecé a caminar ese viernes a las nueve de la mañana, frente a la parroquia de Nuestra Señora de las Piedades en Naranjo.
VII. EL CAMINO Y SUS ETAPAS (2022)
En el libro se presentan cada una de las etapas del viaje con su crónica. Para efectos de este resumen en Emprendedores de Vida presentamos solo la última etapa.
(25) Santa Marta – Santiago de Puriscal (12 kilómetros)
Marzo 5. Dormí maravillosamente. Con los primos rayos del sol, despertéperezosamente y pensé en la jornada de aquel último día de aventura. Me parecía increíble que estaba a solo 11 kilómetros de cumplir una meta que siempre fue lejana, pero que ahora estaba a punto de alcanzar. Costaba creer que había ya superado la marca de los 500 kilómetros y que en unas horas todo sería historia.
Preparé la mochila, por última vez, con algún grado de nostalgia, y bajé a desayunar. Comí con parsimonia, tratando de degustar lentamente cada elemento sobre el plato, y dejando que el sabor y el olor se uniera para dejar una huella indeleble en mi memoria. Tomé el café en sorbitos pequeños, y dije una oración, dando gracias por la oportunidad de seguir vivo, de haber vivido intensamente aquella aventura, así como de aprestarme para celebrarlo. Cumplí con mis pagos y agradecimientos y cuando estuve presto a cerrar la puerta de la cabina, miré el lugar como si hubiera vivido ahí los 26 días, con agradecimiento, y algo de melancolía.
Partí consciente de que el 70% de mi recorrido final sería en ascenso – la famosa “Cuesta de Santa Marta” – y, sin embargo, el entusiasmo era más poderoso que ninguna cuesta u obstáculo en el camino. Avancé con lentitud, sin forzarme más de lo razonable. Me sentía bien, lleno de motivación y orgullo. Podía imaginar lo que hubiera sido divisar a la distancia las torres de la Catedral de Santiago de Compostela, allá en España, si hubiera hecho la caminata original. Antes de lo anticipado, pude ver el primer rótulo anunciando la cercanía de la ciudad. Y en el último kilómetro, la emoción era máxima. Entonces, en la parte superior de una colina, la carretera me permitió ver las torres de la iglesia de Santiago, y el corazón palpitó aceleradamente. Fui tomando fotos conforme me acercaba al centro de la población, e instantáneas de acercamientos progresivos del templo.
Había imaginado aquel momento en mi mente. Me dolía pensar que mis seres queridos no estarían esperándome en el parque, pues hubiese sido un momento para atesorar. Pero igual se cumplía el sueño y la meta desafiante, y mi espíritu vibraba de emoción y satisfacción. Pensé en lo que Puriscal había significado previamente en mi vida, pues había hecho mi servicio médico social en aquel pueblo noble. Las experiencias recogidas en aquel lejano año de 1980 habían contribuido con mi madurez profesional y humana. Sentía que volvía a un lugar familiar y querido, y aunque los años me habían mantenido alejado de aquel entorno, casi podía recrear en mi mente, las experiencias allí vividas, mucho tiempo atrás. Entonces, la iglesia se vio cada vez más cerca y mi corazón palpitó aceleradamente
La Parroquia de Santiago Apóstol de Puriscal era un bello templo, una iglesia de cruz latina, con un estilo básicamente románico, pero con influencia del gótico, y algunos rasgos renacentistas. Impresionaba por sus tres rosetones, al frente, y a los lados del templo. Alguna vez ingresé a su interior y me encantó su altar de mármol, traído de Italia. Las torres tienen 35 metros de alto, aunque no poseo un recuerdo acústico de sus campanas. La primera ermita se construyó en 1858, y ya para 1871, se le confirió el rango de parroquia. La construcción del inmueble actual inició en 1936, y se terminó en 1965.
Ubicada en una zona de gran actividad sísmica, empezaron a aparecer pequeñas grietas, y se activaron las alarmas. Múltiples esfuerzos por fortalecer su estructura fueron infructuosos, pues en el año 1990, el terremoto del 30 de junio terminó de dañar la estructura, a un nivel que exigió su demolición. Entonces se planteó un esfuerzo formal por reparar los daños, pero, los costos, se especuló que podrían elevarse hasta quince millones de dólares, y nunca se pude realizar. En el 2009, se declaró patrimonio histórico y arquitectónico, y, paradójicamente, esa designación impide su demolición.
Hoy día, con los vidrios quebrados, con ramas de árboles saliendo por las ventanas, y hasta un árbol emergiendo a través del techo del atrio, nos produceuna profunda tristeza su estado, y su aparente irrecuperabilidad. La observé, una vez más, antes de averiguar donde se ubicaba la parada de buses hacia San José, y empezar a buscar mi transporte hasta el puente de Quebrada Honda.
Era mi segunda experiencia en autobús en aquella caminata, y subí asegurándome que mi mascarilla estuviera bien colocada, para minimizar el riesgo de un eventual contagio con el dichoso coronavirus. Serían unos 20 minutos de recorrido, hasta descender para el trasbordo a otro autobús, de aquellos que seguían hacia la capital. Bajé de último, me volví a colocar la mochila y con un dejo de ansiedad y emoción, empecé a cruzar el puente. Entonces vi los globos, los silbidos y los aplausos, y divisé a Ligia, a mis hijos, y a mi amigo Jorge y a su esposa, que me recibían con gran algarabía.
Ocurrió lo que suele pasarme, cada vez más frecuentemente, y es que me invade la emoción, se me hace un nudo en la garganta, y se me humedecen los ojos.
Abracé a todos, soltamos los globos hacia el cielo, como haciéndolos portar un mensaje de agradecimiento al Creador, y buscamos los autos, para ir a almorzar a Ciudad Colón. Sería un cierre lleno de afecto familiar y amistad, un brindis que cerraría una gesta inolvidable y un nuevo comienzo, donde los proyectos eilusiones seguirían acumulándose en una mochila siempre ávida de nuevos retos y vivencias.
VIII. CONCLUSIONES
La vida es un emocionante viaje. Los retos de la existencia se imponen solos o, a veces, uno mismo los busca. Aquel reto se había completado con éxito y me sentía muy orgulloso.
La capacidad de conquistar metas exige de una planificación rigurosa, de una disciplina de acción, de la aplicación de mucho sentido común y algo de instinto, así como de una pizca de osadía. Porque no hay empresa pequeña ni emprendimientos imposibles; solo existen desafíos, y caminos para conquistarlos. La estrategia más efectiva era ir un paso a la vez, un día a la vez, como en la vida.
En Emprendedores de Vida agradecemos a don Juan José el compartir un extracto de su crónica con nosotros, para mayor información sobre su libro y la crónica completa pueden contactarlo a: j13madriz@yahoo.com